El secreto de los exámenes de Cambridge
Para la mayor parte de estudiantes del mundo, un examen podría compararse fácilmente con una sesión de latigazos en la espalda, beber cicuta o realizar una visita al cadalso. Pero entre los responsables de Cambridge ESOL, la institución dedicada a otorgar los certificados de inglés más importantes del mundo, gusta comparar sus exámenes con un buen vino de reserva. Pocos se atreverían a comparar un símbolo hedonista como dicha bebida alcohólica con una de las situaciones vitales más estresantes de la vida de todo estudiante, pero Stuart Park, antiguo director del centro de Cambridge ESOL de Valladolid –uno de los trece que gozan del reconocimiento en nuestro país–, se atreve a establecer dicha relación durante una cena en la ciudad de Cambridge. Park se regocija en recordar que el proceso de creación de los exámenes es lento, minucioso y elaborado, el producto de años de investigación, ensayo y error, con el objetivo claro que todos los responsables de la institución se apresuran a recordar cada vez que tienen ocasión: que sea cual sea la nota que obtenga el candidato, puede estar seguro al cien por cien de que ha sido un reflejo exacto de su esfuerzo y preparación y no producto de la casualidad.
En el almacén, cualquier tipo de fotografía está totalmente prohibida, así como la comunicación con el exterior Que Cambridge sea la principal referencia mundial a nivel de idiomas es, precisamente, fruto del cuidado con el que se trata cada uno de los aspectos relacionados con la elaboración de estos exámenes, que implican a cientos de expertos de todo el mundo. Como un Ribera del Duero, su marca de calidad no surge de la nada, sino del esfuerzo y del máximo control de calidad. Aunque en ocasiones éste pueda parecer excesivo y obsesivamente minucioso, el proceso de elaboración de los exámenes tiene una voluntad clara: garantizar su pervivencia como modelo referencia al garantizar los tres pilares básicos para la organización, que son, cual lema revolucionario francés, quality, reliability y validity, es decir, “calidad, fiabilidad y validez”, y que han conducido al reconocimiento mundial de la organización. Por eso mismo la transparencia es uno de sus valores más importantes, y por eso mismo invitan regularmente a la prensa a visitar sus instalaciones en Cambridge para comprobar, de primera mano, qué diferencia a Cambridge ESOL de otros centros de exámenes de idiomas.
Un Frankenstein académico
Park recuerda que Cambridge es un mundo aparte, en el que la crisis no ha dejado notar sus esfuerzos. Más bien al contrario: la necesidad de ampliar perspectivas laborales, emigrar o encontrar una dedicación para ocupar el tiempo libre ha provocado que el número de candidatos se haya disparado desde el comienzo de la crisis económica, señala el profesor. Sin embargo, y al igual que ocurre con los selectivos college que tienen su base en la ciudad de Cambridge, la masificación es uno de los problemas que la organización ha intentado soslayar. “Nunca hemos querido sacrificar la calidad por la cantidad”, recuerda Park. A pesar de ello, pueden presumir de contar con más de tres millones y medio de candidatos en más de 130 países.
En la sede central situada en la ciudad de Cambridge, hileras e hileras de cubículos de trabajo se suceden en una disposición que podría recordar la de la redacción de un periódico, pero el trabajo de las 300 personas que cada mañana se citan en el edificio es muy diferente, aunque, en ocasiones, igual de creativo. Su propósito es, en definitiva, confeccionar los exámenes que más tarde viajarán por todo el planeta para ofrecer los títulos de Cambridge ESOL. ¿Quién dijo que lo más fácil de ser profesor es preguntar? Estas oficinas son el cerebro de la enorme maquinaria que es Cambridge ESOL: las preguntas que cualquiera que se haya enfrentado a un examen del centro conoce no son producto del capricho de un profesor aburrido, insisten en señalar. Sino que son el resultado de un largo y continuo proceso que dan como resultado los cuestionarios que sólo serán conocidos el día de su realización, cuando el último sello se rompa y las preguntas finales vean la luz del día, y que tiene en la fase de pretesting mundial, donde se prueban las preguntas y se descartan las que no encajan, uno de sus principales retos.
“Todos los centros están deseando participar”, aclara Hugh Moss, el mánager de evaluación, cuando se le pregunta si suelen encontrar muchos candidatos entre estos conejillos de indias. “Ser elegido para un pretest es la forma ideal para comenzar a preparar un examen”. Todas las preguntas planteadas pasan por las manos de los expertos de cada sección –entre los que se encuentran doctores de psicometría y estadística– y sufren su criba final. No se trata tan sólo de un proceso de prueba y error, sino que Cambridge ESOL –que durante los próximos días cambiará su nombre por Cambridge English– cuenta con un departamento de investigación académica y dos publicaciones propias que investigan tanto los mejores métodos de evaluación del idioma como de enseñanza. Los exámenes finales serán corregidos por los más de 3.000 colaboradores externos que la institución tiene a lo largo y ancho del planeta.
Máxima seguridad para máxima transparencia
Si la primera metáfora que sugiere Cambridge ESOL es la del vino, la segunda es igual de sugerente aunque algo menos positiva: si a algo se parece el inmenso almacén donde se administran todos los exámenes de Cambridge, es a una prisión de altísima seguridad. Sin móviles ni comunicación exterior posible y firmando una confidencialidad absoluta, sus responsables pueden alardear de la protección que todos sus exámenes tienen y que se prolonga su realización, como los que se hayan presentado a alguno de ellos sabrán (nada de ir al baño ni mucho menos intentar copiar; todos los alumnos que realizan el speaking son fotografiados para garantizar que la persona que se presenta es quien dice ser). Este rigor es acompañado por la confidencialidad en la producción, almacenamiento, transporte y distribución de los exámenes. Aunque el edificio no deje de tener algo de puesta en escena, uno abandona la gran nave sin dudar que las precauciones tomadas no pueden ser más extremas.
El responsable del inmenso almacén, Stuart, recuerda en este sentido que todos los trabajadores han de firmar una cláusula de confidencialidad por la que se comprometen a que ningún miembro de su familia participará en los exámenes de Cambridge, detalla como un padre orgulloso el proceso de codificación y señala que nunca han tenido que enfrentarse a ninguna catástrofe organizativa. Este celibato académico no impide que los trabajadores se muestren satisfechos de su trabajo: más que un grupo de trabajadores subcontratados, Stuart y sus compañeros parecen Papá Noel y sus duendes manipulando regalos. En el almacén, cualquier tipo de fotografía está totalmente prohibida, así como la comunicación con el exterior (nada de móviles o grabadoras) o cualquier intento de fisgonear en los herméticos packs que contienen los exámenes. Los únicos problemas que pueden surgir se encuentran ya lejos de las instalaciones de Cambridge ESOL, una vez los paquetes han sido enviados, o antes, debido a partir una codificación incorrecta de los exámenes. Ni siquiera se señala cuál es la ubicación exacta de la planta donde se imprimen los exámenes, ni qué empresa es la encargada: top secret.
Una historia (casi) centenaria
Poco antes, el CEO de Cambridge ESOL, Mike Milanovic, había detallado con mimo a los periodistas cada uno de los pasos que los diferentes departamentos siguen hasta alumbrar sus exámenes. De la reunión previa a la edición al pretesting a la edición de los exámenes, cada paso goza de sus características propias y de un sistema diseñado para minimizar el error humano. Nick Saville, director de la sección de Research & Validation, recuerda que el valor más importante para ellos es la transparencia. Algunos de los detalles que más llaman la atención es el intento de crear una prueba igual de difícil para todos los países del mundo: aquellas preguntas que, en los pretest de un país determinado se salen de manera anormal de la estadística (es decir, presentan mucho más fallos de lo esperado), son eliminadas.
El próximo año, los exámenes cumplirán un sigloPor supuesto, los exámenes que se llevan a cabo en 2012 no pueden ser iguales que aquel primero que se realizó en 1913 –hace 99 años: ya se están preparando los fastos del primer centenario–, cuando los tres primeros estudiantes se enfrentaron al Proficiency (el nivel superior de todos). Milanovic agarra un libro y lee qué se pedía a aquellos estudiantes de comienzos del siglo pasado: un ensayo sobre el prerrafaelismo inglés, otro sobre la revolución india de 1857 y otra pregunta referida a Matthew Broad, poeta de la edad victoriana y autor de Cultura y anarquía (Cátedra). Por aquel entonces, la duración de la prueba era de unas trece horas y el contenido tenía un peso mucho mayor al de ahora. “Hemos intentado humanizar el proceso”, señala Milanovic: hoy en día, el Proficiency dura unas siete horas.
Milanovic recuerda que el nacimiento de estos exámenes fue acompañado del auge del estudio de las lenguas modernas a comienzos del siglo XX. Por aquel entonces, Cambridge ESOL aún carecía del carácter estratégico que ahora tiene, y que eclosionó a mediados de los años veinte de mano de John Roach, expandiéndose por todo el mundo en las décadas siguientes. Unas décadas después, en 1984, uno de los exámenes solicitaba al estudiante que escribiese una redacción que describiese la vida diaria de una enfermera, un enfoque ya mucho más práctico que se acerca a la orientación que los exámenes tienen ahora. La adaptación es esencial, recuerdan: al bajar la edad con la que los alumnos se presentan a su primer examen, algo que ha ocurrido durante la última década, el contenido de los exámenes no puede ser el mismo. Desde 1988, de mano de la globalización y la apertura de fronteras, se ha pasado de cientos de miles de exámenes anuales a unos cuatro millones, un crecimiento que se ha experimentado no sólo en Europa (donde España es uno de los países más importantes, junto a Italia), sino también en otros mercados como China (el mayor mercado mundial) o Sudamérica.
En una de las paredes del despacho de Milanovic se encuentran enmarcados dos vinilos la primera prueba de speaking jamás realizada, datada en 1944, mientras Londres era objeto de los últimos bombardeos de la Luftwaffe. El alumno, un polaco refugiado en Inglaterra durante la guerra. Como ocurre en todo Cambridge, la tecnología puede haber cambiado a lo largo de las décadas, pero las bases filosóficas siguen siendo las mismas. En cierta forma, y a pesar de los precios del examen, los responsables recuerdan que la realización de sus pruebas sigue conociendo una cierta vocación social. Park lo considera un proceso de beneficio mutuo, al ofrecer un servicio que permite obtener permisos de residencia o nuevas oportunidades laborales internacionales.
“Aprender un idioma es un proceso largo y complicado, que muchas veces nunca termina”, añade Saville. “Por lo tanto, es importante que cada estudiante sepa en qué parte del camino se encuentra. Nuestros exámenes intentan reflejar cada una de las frases del aprendizaje y servir de guía y recompensa para los alumnos”. De ahí el alumbramiento de productos como el PET (Preliminary English Test), o el KET (Key English Test), con los más pequeños en mente: el primer paso de un camino cuyo último paso es el Proficiency, el examen más complejo de todos.
Un futuro para Europa
Las investigaciones realizadas en Cambridge ESOL no tratan tan sólo de ofrecer el mejor producto posible a sus estudiantes sino también ofrecer una nueva visión sobre la lengua a nivel europeo. Neil Jones, director del Proyecto SurveyLang que colabora estrechamente con la Comisión Europea, presentó una investigación el pasado mes de junio que puso de manifiesto los retos que Europa tienen por delante en lo que se refiere al aprendizaje de idiomas. ¿Cuál es el país donde los estudiantes tienen un menor conocimiento de su segunda lengua? Reino Unido, señalan los mismos resultados donde España no aparecía muy bien parada, que al mismo tiempo sirven para que Neil recuerde algo muy importante: que “cuando un idioma se adquiere con el objetivo de comunicarse, se aprende mucho mejor”, lo que explicaría el caso único de los ingleses, capaces de comunicarse en el idioma más empleado del mundo, no vean necesario utilizar una segunda lengua. Unos resultados que contradecían los de la encuesta que fue publicada junto a la investigación, y donde casi el 100% de los consultados manifestaba que aprender idiomas es muy importante. En definitiva, sabemos que los idiomas son importantes, pero nos sigue costando derribar nuestras barreras idiomáticas.
Cuando un idioma se adquiere con el objetivo de comunicarse, se aprende mucho mejor“Shakespare sigue comunicándose con nosotros después de tanto tiempo”, señala Jones, para recordar que “la comunicación es mucho más que ser capaz de pedir comida, indicaciones para llegar a un lugar o ser capaz de realizar una compra. Es la capacidad de intercambiar ideas con sentido”. Jones afirma que uno de los principales problemas al que tienen que enfrentarse determinados países es su propia imagen, que tiende a perpetuarse. Por ejemplo, “es lo que ocurre con los ingleses y los franceses, que se consideran a sí mismos malos en idiomas, y por lo tanto, no consideran que merezca la pena hacer ningún esfuerzo”, un problema que conduce a que su disposición a aprender un idioma extranjero sea cada vez menor. El siguiente paso que abordará SurveyLang, anuncia Jones, es analizar la idiosincrasia de cada país, que da lugar a situaciones muy diferentes, para averiguar de qué manera las políticas públicas pueden favorecer el aprendizaje de lenguas extranjeras.
De retorno a la celebración del idioma, Stuart Park señala que, a pesar de las urgencias, un examen de Cambridge nunca debería abordarse de manera apresurada, como una forma de ver qué pasa y sin dedicar tiempo. Hay algo del viejo y tradicional academicismo de Cambridge en el rigor que se plantea su época moderna. En un panorama educativo colonizado por lo práctico, la rentabilidad (profesional) a corto plazo y el negocio del conocimiento, Cambridge ESOL, al igual que ocurre con el resto de los college de la ciudad, no renuncia a proporcionar utilidad a sus examinados, pero recuerda que las bases sobre las que se fundaron hace ya siglos la Universidad, el rigor, el conocimiento y la calidad por encima de la masificación. ¿En qué otro lugar del mundo se podría brindar con vino por un examen?
Source: elconfidencial.com
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